Bitácora de Sergio Casado

jueves, 27 de octubre de 2011

Muchos libros aquí y allá en estos días. La mayoría de lo leído, de lo escrito, de lo visto, de lo buscado, es un pedregal. Andamos además rodeados, a la mínima, del vacío, del hastío. Ayer, gente aborregada muy cerca. Al final, como si fuera un monolito gigantesco, el absurdo. Vaya panorama a diario. Se siente uno como un enano. Sólo nos queda una rendija, algo mágico, una pequeña luz, para levantarnos, porque tenemos que levantarnos, empeñarnos en ello, animarnos en lo cotidiano de cada día, y también en la búsqueda de lo distinto en lo que leemos. ¿Cómo representarse o armarse ante el absurdo? Cada uno como buenamente puede. Unos son destruidos, otros anulados, otros escondidos. Otros andan intentando elevarse ante ello, olvidando un poco, intentando al mismo tiempo mejorar y escapar de la mediocridad. Cada uno de los personajes de “Picnic en Hanging Rock” actúa a su manera ante el misterio y lo inexplicable. Una formidable novela para analizar el absurdo; ahora toca volver a ver la película de Weir.

El doctor McKenzie tenía razón: “No pienses en la Roca, querida niña. La Roca es una pesadilla, y las pesadillas son cosa del pasado”.”
(de “Picnic en Hanging Rock”, Joan Lindsay)

No hay comentarios:

Publicar un comentario