Bitácora de Sergio Casado

domingo, 27 de abril de 2014

Quietos los árboles

Caminar allí y acercarse a los árboles. Detenerse ante ellos. Caminar a lo que fue, a lo que es y todavía existe. Ahí cerca, unas pedaladas, o un paseo hasta el Parque Grande, orgulloso de su nombre, José Antonio Labordeta, permanente recuerdo de la promesa de tenerle presente, de leerle, de releerle. La búsqueda de sus poemas, de su narrativa, de sus artículos, de su discurso, de su fantasma, del Jardín de la Memoria, frente a la Paletonia, la ignorancia, lo vulgar, lo que nos ha deshumanizado y nos pudre por dentro. Para eso están los árboles, las flores que lo plagan en la primavera que libera de la intemperie. Esa primavera que ha de ser de lucha y resistencia. Observarlos. Los árboles. Quietos los árboles en el Parque Grande José Antonio Labordeta.

"Quietos los árboles del paisaje
las voces íntimas
se refugian en los lejanos hogares olvidados.
Todo está como estuvo siempre
menos tú y yo,
corazón, cansados ya de albergar utopías."
("Quietos los árboles", José Antonio Labordeta)