¿Y
qué hacemos, cuatro años después, sin José Antonio Labordeta?
Muy poco. La risa. Atrincherados mientras la desazón se apodera de
nosotros, en el Aragón del olvido, de la ignorancia; Aragón
aplastado, envilecido, entontecido, dormido. Queda leer a Labordeta;
sus libros, todos los libros, son el fortín. Allí resistiremos.
Allí hay que esperar el despertar.
“Guarda las más bellas
notas
del sublime concierto de
la vida.
Lo abres,
lo cierras
y toda la plenitud
de un hombre solitario
te acompaña
bajo los árboles dorados
del
otoño."
("Un
libro", José Antonio Labordeta)