Bitácora de Sergio Casado

lunes, 24 de octubre de 2011

Es difícil encontrar el camino. Intento a veces quedarme quieto para ver si así se aclara o toma forma. Otras veces me acelero y corro, o doy vueltas. ¿Dónde está el sentido? El cadáver de Gadafi está en un congelador, después de ser cazado en una cloaca tras un todo vale, un puro absurdo que le alcanzó también a él. ¿Pensaría aquel iluminado de los años 60 que acabaría así? Curiosamente esta semana vi esa película de unas cinco horas, “Carlos”, sobre otro iluminado que parece brillar con su idealismo antiimperialista y el empuje de su juventud, para acabar siendo un despojo, un esperpento barrigón, enfermo, patético. Somos por un instante, brevísimo, brillantes o lúcidos, y al siguiente, o durante la mayor parte de nuestra vida, penosos, lamentables. Leonard Cohen decía en su maravilloso discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias que uno ha de buscar su voz y su instrumento, descubrir la voz para ubicar su yo, algo que en el caso de Cohen todavía no ha terminado. También decía que “si queremos expresar la derrota que nos ataca a todos tiene que ser en los confines estrictos de la dignidad y de la belleza”.   

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