Los
indeseables, los heridos, los enfermos, los desempleados, los
desahuciados... Los que les desaniman, les dan la espalda o les
ignoran. El que aparece de repente, y anima, con un escrito, con
unas palabras, con una voz. Maravilloso Walt Whitman, que cayó en
mis manos en estos días.
"He
aquí un caso de un soldado a quien he encontrado entre los catres
repletos de la oficina de Patentes. Le gusta tener a alguien con
quien hablar, de modo que le escucho. Fue gravemente herido en una
pierna y en un costado en Fredericksburgh en el curso del tremendo
sábado, 1 de diciembre. Allí yació dos días y noches siguientes,
en el campo, sin ayuda, entre la ciudad y esas sombrías plataformas
de las baterías; su compañía y regimiento se vieron obligados a
dejarlo abandonado a su suerte. Para empeorar las cosas, quedó con
la cabeza hacia abajo en un declive del terreno, imposibilitado para
cambiar de posición. Al cabo de unas cincuenta horas fue recogido,
junto con los otros heridos, bajo la bandera de tregua. Le pregunté
como le habían tratado los rebeldes durante esos dos días con sus
noches sin hacer nada por él. ¿Se acercaron? ¿Lo maltrataron?
Contestó que varios de los rebeldes, soldados y civiles, llegaron
hasta él en diversas ocasiones. Un par de ellos, que iban juntos,
le hablaron con dureza y sarcasmo, pero nada más. Sin embargo, un
hombre de mediana edad, que parecía rondar por el campo entre
muertos y heridos con propósitos benéficos, se dirigió a él de un
modo que jamás olvidaría; trató a nuestro soldado con amabilidad,
le vendó las heridas, lo animó, le dio un par de bizcochos y un
trago de whisky con agua; le preguntó si podía comer un poco de
carne de vaca. De todos modos este buen secesionista no cambió de
postura a nuestro soldado, pues podría haberle provocado hemorragias
en las heridas, donde la sangre había coagulado. Nuestro soldado es
de Pensilvania; ha pasado un trance muy duro. Las heridas han
resultado ser de lo peor. Pero conserva el buen humor y en la
actualidad mejora. (No es extraño que un soldado permanezca así,
en el campo de batalla, uno, dos o incluso cuatro o cinco días.)"
("Un
herido abandonado durante cincuenta horas en el campo de batalla",
Walt Whitman)