Bitácora de Sergio Casado

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Semana fría, con el otoño que parece que cambia por momentos a invierno. El ánimo anda ni bien ni mal, así que no sé muy bien como definirlo. En medio de otras lecturas aparcadas, vuelvo de nuevo a Baroja, releyendo partes y páginas sueltas de “El mundo es ansí” y los “Cuentos” de la colección de Alianza Editorial. Me pilla Manuel Moreno en la relectura y hablamos de Mainer y del viaje que hicieron juntos a Itzea, epicentro barojiano mundial. Y unas horas después, la casualidad al cubo, casualidad ubicada en mis lecturas en desorden, subrayados de páginas, de fragmentos, en una búsqueda extraña y disparatada. En esta misma semana, hoy, aparece por mi rincón José Carlos Mainer. Hablamos entonces de Manuel Moreno y de Itzea, donde me dice que ha estado este verano, habla de su libro sobre Baroja que va a publicar en el 2012 que ya llega. Un rato formidable cuando me encuentro con otros barojianos, y charlamos, y nos entusiasmamos con ese extraño vínculo que hay entre nosotros, esa extraña pasión, esa manera de encontrarnos en la lectura de la obra del gran, gran Baroja, en su luz. Y vuelvo ahora a mi ejemplar de los cuentos recopilados por Alianza, y paso las páginas, intentando encontrar la cita adecuada.

Y al comparar este recuerdo con otros de su vida de sensaciones siempre iguales, al pensar en el porvenir plano que le esperaba , penetró en su espíritu un gran deseo de huir de la monotonía de su existencia, de bajar del tren en cualquier estación de aquellas y marchar en busca de lo desconocido”.
(de “Lo desconocido”, Pío Baroja).

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