Bitácora de Sergio Casado

sábado, 3 de septiembre de 2011

El propio camino


Hay caminos trillados, fáciles, llevaderos. Luego está salirse por ese otro sendero, que te estropea los zapatos, por el que no sabes si hay charcos, lo que durará el viaje, si te llevará a alguna parte o si andarás perdido, especialmente si lo tomas por primera vez. Me gustan esos caminos. En el cine, recordaba “Tristana” de Buñuel, los delirios, los diálogos imposibles, los interiores escondidos que de repente explotan, los misterios de lo que pensamos, de nuestros instintos. Lo más oscuro de nosotros. Buñuel escapaba de caminos fáciles, de modelos y narrativas cinematográficas para inventar su propio camino, su identidad. Nada más políticamente incorrecto. A veces las películas basculan entre la indefinición, el esperpento, lo genial y lo ridículo. La vida es también eso.

Esa misma sensación tenía ayer, a veces de inquietud, otras de incomodidad, otras de diversión, otras de genialidad, otras del camino sorprendente y no trillado, de la maravillosa sensación de la película que no es predecible, en la que cualquier cosa puede pasar. Menos mal que existen cineastas como Almodóvar y películas como “La piel que habito”. Si no, vaya matraca y pesadez estar siempre viendo lo mismo, películas que no tienen nada que contar y que siguen los mismos caminos marcados por otros. Almodóvar sigue su propio camino.

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