Bitácora de Sergio Casado

jueves, 29 de septiembre de 2011

Desvíos de lo cotidiano

Hay un par de libros empezados en este jueves luminoso y caluroso de finales de septiembre. Algún otro al que no pierdo la vista en mi mesa. Otros aquí cerca en otra pila. Otros dos de la biblioteca pública. ¿Por dónde tiro? Hay un camino marcado, más claro, más obvio. Hay una ruta cotidiana, que te empuja a seguirla; ahí andan el azar, el destino, las circunstancias. Pero de repente, a veces, surge algo inesperado. El otro día R. me invitó a comer en el Gran Hotel. Salgo de la ruta y subimos unas escaleras hasta personas inesperadas y una comida excepcional y única. Salimos de allí y volvemos a lo conocido, a lo cotidiano. Y hoy hay varios encuentros inesperados, azarosos, por la calle, en un desvío cotidiano que nos lleva fuera del lugar en el que normalmente estarías. El desvío lleva a la lectura del libro inesperado, a la película, a un cuadro, o a una mujer. El desvío lleva a lo escondido, quizá sólo a un paso, como esas escaleras del restaurante del Gran Hotel. El desvío a lo no visto. ¿Cuál es el camino?
Al final abro el libro cercano, leído y seguramente releído próximamente, “A moveable feast”, de Hemingway, aquí traducido como “París era una fiesta”. Lo encontré en Madrid, en la cuesta de Moyano, en un desvío. Paso páginas y releo.

... Así mi subconsciente haría su parte de trabajo y entre tanto yo escucharía lo que se decía y me fijaría en todo, con suerte; y aprendería, con suerte, y leería para no pensar en mi trabajo y volverme impotente para rematarlo.”
(de “A moveable feast”, Ernest Hemingway)

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