Bitácora de Sergio Casado

jueves, 15 de diciembre de 2011

Empezamos a ver “The artist” a las tantas. Yo todavía con el catarro y O. cansado de la jornada. Decimos algunas tonterías pero pronto nos vamos callando, sorprendidos quizá de lo que estamos viendo, la prueba que surge cada cierto tiempo, la prueba de un cine vivo, en el que divisas a alguien detrás, que ha hecho ese trabajo con la pasión de hacer algo bien hecho. Es el caviar del cine, el dulce artesano de la buena pastelería. Brilla el trabajo de ese cineasta, Michel Hazanavicius, y el equipo de actores (Dujardin, Bejo, Goodman y otros), de técnicos, de un grupo de gente que no ha pensado en la taquilla, sino en una historia que tenían que contar, imperiosamente. En “The artist”, como hace poco en “Midnight in Paris”, hay algo así como una interpretación de las teclas adecuadas, del tempo correcto, del oficio, del romanticismo y la mirada ausente de cinismo. Todo parece mejor, nosotros, los espectadores, la película, la sala parece mejor, más elegante, la pantalla, todo, como en un viaje a un tiempo paralelo, a algo que escapa de lo rancio y feo de nuestra vida cotidiana. “The artist” es ese viaje.

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