Bitácora de Sergio Casado

martes, 13 de marzo de 2012

No parar ni quedarse quieto. Termino las biografías de “Magallanes” y “Fouché” de Zweig, muy entretenidas, sobre el loco portugués que quiso dar la vuelta al mundo por un paso que nadie confiaba que existiera y el ministro francés de Napoleón, revolucionario y rival de Robespierre, que supo navegar por los mares de la política y cambiar de cara y piel numerosas veces. A por otro, a por lo que sea, a leer, a escuchar el nuevo álbum de Sinéad O´Connor o bucear en la discografía de Giuliano Carmignola. A planear una cosa u otra, sin amodorrarse, levantándose, hojeando este o aquel libro, viendo o repasando una u otra película, intentando informarse, saber lo que significa realmente nuestra reforma laboral, o que pasa en la carrera electoral francesa, leyendo unos y a otros para intentar formar el criterio propio, no el criterio borrego.

Una gota de aceite no puede calmar un océano turbulento, ni una tierra del tamaño de un alfiler tener sometidas unas tierras cien mil veces más extensas. Desde un punto de vista racional, la ilimitada expansión de Portugal representaba un absurdo, una quijotada de las más peligrosas. Pero lo heroico es siempre irracional y antirracional; siempre que un hombre o un pueblo se lanzan a una empresa que rebase su propia medida, crecen también sus fuerzas hasta lo nunca imaginado.”
(de “Magallanes”, Stefan Zweig)

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