Bitácora de Sergio Casado

domingo, 15 de enero de 2012

Está muy bien atender a los amigos, los compromisos, el trabajo que paga las lentejas, pero en medio de una semana de frío intenso acabo un tanto colapsado, con ganas de mis cosas, de escapar, como por si fuera a través de un pasadizo, de callejear solo y comprar algún libro, ver alguna película en compañía de un buen café caliente y un pastel, de pensar y repensar si seré capaz de escribir lo que quiero, de como hacerlo, de sacudirme la modorra y la pereza para trabajar, para leer con más ahínco, para ser mejor, con esta bitácora como brújula de un rumbo y que no me pidan explicar que significa. Mientras, me encuentro sin esa pepita de oro que significa encontrarse una línea o un párrafo que te comunica algo, algo indefinible. Afortunadamente, en un correo, D, amigo y barojiano, me manda una cita de “Los últimos románticos”, que me rescata e invita a seguir adelante. Veremos si soy capaz de agarrar fuerte el timón y si acierto con ese rumbo, si es que existe.

"Don Fausto casi siempre pasaba por la calle Buffon; allí hubiera ido él a vivir; el silencio de esta calle, sus casitas bajas con emparrados, los pájaros que piaban en los árboles del Jardín de las Plantas le seducían. Era una calle humilde como él, pensaba don Fausto, retirada, sin pretensiones; una calle de esas para un escrtor no comprendido o para un sabio; una calle de esas en las cuales se suele ver una casita baja con una lámina de mármol en donde se lee que allí vivió y murió el célebre historiógrafo, el ilustre naturalista o el gran filólogo."
(de “Los últimos románticos”, Pío Baroja)

Ilustración: <Pasadizo, de Ricardo Baroja>

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