Bitácora de Sergio Casado

miércoles, 27 de mayo de 2015

Un herido abandonado durante cincuenta horas en el campo de batalla

Los indeseables, los heridos, los enfermos, los desempleados, los desahuciados... Los que les desaniman, les dan la espalda o les ignoran. El que aparece de repente, y anima, con un escrito, con unas palabras, con una voz. Maravilloso Walt Whitman, que cayó en mis manos en estos días.

"He aquí un caso de un soldado a quien he encontrado entre los catres repletos de la oficina de Patentes. Le gusta tener a alguien con quien hablar, de modo que le escucho. Fue gravemente herido en una pierna y en un costado en Fredericksburgh en el curso del tremendo sábado, 1 de diciembre. Allí yació dos días y noches siguientes, en el campo, sin ayuda, entre la ciudad y esas sombrías plataformas de las baterías; su compañía y regimiento se vieron obligados a dejarlo abandonado a su suerte. Para empeorar las cosas, quedó con la cabeza hacia abajo en un declive del terreno, imposibilitado para cambiar de posición. Al cabo de unas cincuenta horas fue recogido, junto con los otros heridos, bajo la bandera de tregua. Le pregunté como le habían tratado los rebeldes durante esos dos días con sus noches sin hacer nada por él. ¿Se acercaron? ¿Lo maltrataron? Contestó que varios de los rebeldes, soldados y civiles, llegaron hasta él en diversas ocasiones. Un par de ellos, que iban juntos, le hablaron con dureza y sarcasmo, pero nada más. Sin embargo, un hombre de mediana edad, que parecía rondar por el campo entre muertos y heridos con propósitos benéficos, se dirigió a él de un modo que jamás olvidaría; trató a nuestro soldado con amabilidad, le vendó las heridas, lo animó, le dio un par de bizcochos y un trago de whisky con agua; le preguntó si podía comer un poco de carne de vaca. De todos modos este buen secesionista no cambió de postura a nuestro soldado, pues podría haberle provocado hemorragias en las heridas, donde la sangre había coagulado. Nuestro soldado es de Pensilvania; ha pasado un trance muy duro. Las heridas han resultado ser de lo peor. Pero conserva el buen humor y en la actualidad mejora. (No es extraño que un soldado permanezca así, en el campo de batalla, uno, dos o incluso cuatro o cinco días.)"
("Un herido abandonado durante cincuenta horas en el campo de batalla", Walt Whitman)

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