Bitácora de Sergio Casado

viernes, 13 de diciembre de 2013

Intentando con alguna pequeña lectura ser un poco menos analfabeto, sigo avanzando con Orwell. Tras leer "Recuerdos de la guerra de España" y "Sin blanca en París y Londres", formidables, sigo la recomendación de mi hermano y E. me presta "Rebelión en la granja". El libro es, sencillamente, de los mejores que he leído nunca. Va directo al grano. No falta nada. No sobra nada. Aterrador. Actual, como esta Europa que vuelve a las andadas de la Hipocresía permanente. Como nuestra "neolengua" de diga ajustes no diga recortes. No viene mal esa lectura. Me agarro a eso y a empezar el trabajo de un nuevo libro, sobre el poeta, crítico, cineasta, guionista, novelista, lúcido y bebedor, Manolo Marinero. Es una antología de sus escritos; he arrancado con fuerza, con muchas ganas, en un camino que estaba ahí llamando, permanentemente. Cualquier cosa para espantar a los fantasmas.

"Mientras tanto, la vida seguía siendo dura. El invierno era tan frío como el anterior, y la comida aún más escasa. Nuevamente fueron reducidas todas las raciones, exceptuando las de los cerdos y las de los perros. "Una igualdad demasiado rígida en las raciones - explicó Squealer -, sería contraria a los principios del Animalismo". De cualquier manera no tuvo dificultad en demostrar a los demás que, en realidad, no estaban faltos de comida, cualesquiera que fueran las apariencias. Ciertamente, fue necesario hacer un reajuste de las raciones (Squealer siempre mencionaba esto como "reajuste", nunca como "reducción"), ..."

(de "Rebelión en la granja", George Orwell) 

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