Bitácora de Sergio Casado

miércoles, 14 de agosto de 2013

Intento averiguar algo de aquello que está terriblemente vivo en lo escrito con honestidad y verdad. Y en este caso, con la mayor brevedad. Y aprovecho una comida en la que está presente Miguel Pontaque para preguntarle por su premiado haiku, y me cuenta un poco el proceso, la decisión de presentarlo a un concurso y al final, cuando le pregunto por su manera de encarar la escritura, me dice que no escribe mucho, que prefiere leer. Luego leo su haiku, un prodigio, una vez más. ¡Qué grandioso regalo es la escritura y la subsiguiente lectura! ¡Cómo nos permiten escapar de las prisiones! Las prisiones son a veces rutinas, matracas y fantasmas, y esta mañana me distraía de lo que tenía programado hacer echando un vistazo a un par de libros. En uno de ellos, de Blaise Cendrars, encontré algo que me sedujo y lo apunté en un pedazo de papel, una línea que volvía a probar que todo lo que rodea a los libros es mágico:


... iluminada por los reflejos de inmensas lecturas...”
(de “Moravagine”, Blaise Cendrars)


Tras la vendimia / oreando las cepas / el viento solo.”
(Miguel Pontaque) // Haiku ganador del III Concurso Bodegas Florentino Martínez. 

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