Bitácora de Sergio Casado

domingo, 8 de julio de 2012


Unos días, como un oasis, para la típica playa, vuelta a la modorra, vuelta a los libros que había aparcados o sin terminar, a nadar en el mar, para ver las finales de Wimbledon. Mientras, en plena incertidumbre laboral, el futuro parece más misterioso que nunca, pero queda apartado, o aparcado (como los libros) mientras dure el verano, mientras el sol nos tenga tumbados y descansando. Aprovecho para terminar la continuación de las aventuras y amores de Larrañaga en “Las veleidades de la fortuna”. Una delicia. Un placer.

... El río corre con su terrible y amenazadora corriente. En la orilla opuesta se destacan, negras y sombrías, las masas de folalje y las torres de la catedral. Algunas luces brillan aquí y allá, los faroles del puente se reflejan en el agua y aparecen iluminadas las ventanas de un gran hotel.”
(de “Las veleidades de la fortuna”, Pío Baroja).

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