Bitácora de Sergio Casado

miércoles, 23 de julio de 2014

Los jardines de la guerra

En verano, en momentos puntuales, el Absurdo parece más Absurdo. También la muerte. Como la de Ana María Matute, o Ignacio García-Valiño, o Álex Angulo. Es un espanto que se aparece en la madrugada, o a mitad de la tarde, que nos aterroriza y para el que no encontramos respuesta. Es la muerte en forma de bombardeos, como sucede en Gaza. Es el avión en el que confiados viajeros cruzan el espacio aéreo de Ucrania sin saber que están a a punto de desaparecer. Cada día que vivimos es milagroso. Pero cada día, el Absurdo puede aparecer, escondido en un recoveco, en un rincón, en una bocacalle.

Afortunadamente, la magia, o lo milagroso, también aparecen aquí o allá, de repente. El Cabo de Buena Esperanza, en nuestra travesía, está en un paseo por el Parque Grande de José Antonio Labordeta, está en la constante búsqueda de libros luminosos. Para el lector, como en mi caso, con Stefan Zweig las posibilidades son mayores al sumergirse en su obra. Ante el absurdo de la guerra, de los bombardeos nazis, Zweig encuentra una respuesta en esos jardines. Junto con “Mendel, el de los libros”, “Los jardines de la guerra” es otro de los tesoros del escritor austríaco. Leerle es cultivar nuestra mente, para resistir los bombardeos del Absurdo.



Y esta hora diaria o esta media hora entre flores, plantas y frutos, entre las cosas eternas de la naturaleza, este lapso de total disociación de los acontecimientos y los negocios, me parece que origina con su poder de alivio –su relaxing- aquella maravillosa calma del inglés, que no logramos comprender o, por lo menos, alcanzar. En un mundo modable y destructible, deben recordar todos los días que lo esencial del mundo en que vivimos, su belleza, su serenidad, no pueden ser rozadas por el desvío de las guerras y las locuras de la política; cuando comienzan el día o lo terminan, en este contacto han recibido fuerza y calma, que, sumadas en millones de seres, aparecen en toda la nación como carácter, como temperamento; … ...”

(de “Los jardines de la guerra”, Stefan Zweig)

*Fotografía: Parque Grande de José Antonio Labordeta, Zaragoza, Verano 2014.  (Elena Sánchez).
*Pinchando aquí, puede leerse "Los jardines de la guerra" completo.  

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