Bitácora de Sergio Casado

jueves, 14 de marzo de 2013

Mare Tenebrosum


Me encuentro un poema de Caballero Bonald de marinos embarcados en un Mar Tenebroso, como esta realidad cotidiana de una sociedad que parece esquizofrénica, inexplicable, en la que las voces que podían tener sentido, aquellas a las que leer o escuchar, son faros apagados, abandonados, que cada día van desapareciendo y nos dejan sin refugio en la tempestad. Lo tenebroso a cada instante. Habrá que agarrarse fuerte confiando que llegue buen tiempo, sol y podamos seguir navegando, o viviendo. La dignidad es, mientras tanto, el único rumbo posible.


MARE TENEBROSUM


¿Conoces por ventura la irreparable historia
del navegante solitario
que una vez consumada la proeza
de dar la vuelta al mundo en un velero, prosiguió
circunvalando el mar incalculablemente?


Trastornado tal vez por los conjuros de Poseidón,
surcó sin otro afán que el del instinto
los ignotos periplos de los vagabundos de la mar,
sólo acaso mirándose en la cara del agua,
hasta que al fin se extravió
justo donde también se neutralizan mutuamente
los puntos cardinales.


Perteneciente con toda probabilidad
a la casta irrestricta de los argonautas, no consintió
aceptar otro futuro que el de esa postrera
obstinación
y así nadie supo jamás
en que acuático abismo
mereció finalmente cumplir con su destino.


(Abyssus abyssum invocat. DAVID, Salmos, XLI, 8)


(Mare Tenebrosum, de “Manual de infractores”, J.M Caballero Bonald)

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