Ha
estado todo el día lloviendo en Zaragoza. Releo a Orwell. Leo a
Erice, en esa búsqueda de textos dispersos del cineasta. Vagabundeo
sin salir de casa. Navego por internet. Leo aquí y allá. Envío
algun correo electrónico. Recibo alguno. No me centro en nada.
Leo varias cosas sobre Manolo Marinero. De Marinero a Walsh. De
Walsh a Wayne. Sin rumbo fijo; por eso escribo pequeños artículos
o releo párrafos y los copio o guardo, si me parecen luminosos.
“...
Era ese tipo de ropa que suelen llevar los vendedores de cordones
de zapatos o los vagabundos. Una hora más tarde, en Lambeth, vi a
un miserable que se me acercaba, pero al mirarlo más atentamente me
di cuenta de que era mi propia imagen reflejada en una vitrina. En
mi cara aparecía ya la suciedad. La suciedad respeta a las
personas, te deja en paz cuando vas bien vestido, pero en cuanto no
llevas cuello, se desparrama por todo el cuerpo.”
(de
“Sin blanca en París y Londres”, George Orwell)
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