En
Madrid pasaron muchas cosas. Estuve unos días, viendo exposiciones
de Chris Killip, Meliés, Magnum First, viendo alguna película,
vagabundeando, tomando algún vino y charlando con H., N., y D. Y
en una librería de segunda mano, casualmente, apareció "Un
pueblecito. Riofrío de Ávila". Lo leí con placer en el tren
de vuelta. Una vieja edición de Austral y un libro muy curioso, del
que había oído hablar gracias a Borau (gracias doblemente a D.).
Algunos fragmentos son de gran altura, especialmente en el epílogo
final. Volveré a este libro, releeré algunas de sus partes más
de una vez. Eso es seguro.
"...
Lees mucho; mas la lectura -lo dijo Montaigne, nuestro amigo, hace
mucho tiempo-, la lectura entristece. Al tío Cacharro le haces
decir alguna vez: "Siempre está vuestra merced encerrado; otros
señores se divierten, ya asistiendo al baile, ya jugando a la calva;
y así se pasa el tiempo. Yo no sé cómo vuestra merced no se
aburre. Tanto leer no puede ser bueno." Tú mismo lo conoces, y
experimentas los efectos de la melancolía producida por la lectura.
Tanto leer no puede ser bueno. ¿Pero qué vas a hacer si no lees?
¿Qué vamos a hacer -tú, yo y otros tantos- si no leemos a
filósofos, poetas, literatos, autores de todo género y catadura?
Leer: ése es nuestro sino."
(de
"Un pueblecito. Riofrío de Ávila", Azorín)
No hay comentarios:
Publicar un comentario