Ayer y hoy en la piscina, intentando escapar de calores que no me dejaban pensar ni calmarme. Tanto calor puede llevar a una tormenta en la cabeza. Y no me apetece sacar paraguas en este momento. Mejor intentar refrescarse un poco, tumbarse en el césped, mirar una nube y volver a hojear el libro de turno. Como "El vendedor más grande del mundo", de Og Mandino, gurú de la autoayuda y superación, como dice la cubierta del ejemplar de Grijalbo, vigésimo tercera edición de lo que parece fue un auténtico éxito. Este libro me lleva a un recuerdo infantil, con un profesor que hablaba de Mandino y su milagroso libro. Nunca lo leí hasta ahora, que cayó en mis manos casual y gratuitamente.
No me interesan mucho este tipo de libros, pero éste es un caso curioso, que combina fantasías y aquelarres para levantarse de la modorra y superarse a sí mismo, con el trasfondo exótico que no me creo, pero que de vez en cuando brilla y comunica. Es interesante, no es una pérdida de tiempo, ni mucho menos. He marcado más de un párrafo. Tras una prescindible presentación de personajes, el cogollo aparece en forma de pergaminos con revelaciones como ésta: "Jamás aceptaré la derrota y borraré de mi vocabulario palabras como abandono, no puedo, imposible, irrealizable, improbable, fracaso, impráctico, sin esperanzas y retirada; porque son palabras de necios. Huiré de la desesperación, pero si esta enfermedad de la mente me atacara, seguiría trabajando en medio de la desesperación. Trabajaré y aguantaré. Pasaré por alto los obstáculos que se yerguen a mis pies, y mantendré los ojos fijos en las metas por encima de mi cabeza, porque sé que donde termina el árido desierto, crece la verde vegetación."
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