
Me
encontré textos que recordaba vagamente haber leído, quizá, muchas
veces, junto a un café, cuando aparecieron. Grasa y Puyó logran
el milagro de que lo que pocos o muchos habían leído, seguramente
olvidado, quede ahora fijado en ese libro, que estará en librerías
zaragozanas como Antígona, Cálamo o Los Portadores de Sueños, que
estará en la biblioteca de Aragón (si mantienen fondos para comprar
libros), que estará en mi casa o en otras casas, que permite crear
una cronología de vida, un dietario de vida, reflexionar sobre una
manera de vivir, uno mismo, y dentro de la ciudad que a uno le acoge.
Más allá de eso, puede abrirse por cualquier página, leerse un
párrafo, subrayar aquí o allá. Leyéndolo uno puede
entristecerse por lo desaparecido, por los lugares y las personas
como Labordeta o Algora o el propio Romeo, o disfrutar lo que todavía
existe, de los libros, de Orwell o Satrapi, de Pessoa o el propio
Romeo, de los restaurantes o cafés, de la Gran Vía madrileña, del
Bacharach o el Dumbo de Zaragoza, del pequeño infinito que aparece
recogido en “Por qué escribo”.
“La
literatura es una locura, quiero decir que es una forma de estar en
el mundo diferente, y lo diferente está cerca de la literatura”.
(de
“Se quiere otra vida” - “Por qué escribo”, Félix Romeo)
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