“En
la comisaría me preguntaron cosas que no entendí y me metieron en
una cárcel. A la mañana siguiente alguien me sacó y me presentó
a un señor: “Este es su abogado”, me dijo. El abogado me
preguntó mi nombre y entramos en otra sala. Allí un juez dijo
cosas que yo no entendí y al final otro policía me cogió y me
llevó a una furgoneta. De allí me llevaron a otra cárcel, una
especial que tienen aquí para los que no tenemos los papeles”.
(Juan
Diego Botto, “Invisibles. Voces de Un trozo invisible de este
mundo”)
Arranco
la escritura desde la palabra clave que me ubica, Indeseable,
título del poema de José
Emilio Pacheco, desde sus últimos versos, que se han hecho ahora
míos: “(...) Me desemplearon hoy y para siempre./ Carezco por
completo de influencias./ Llevo aquí en este mundo largo tiempo./
Y nuestros amos dicen que ya es hora/ de callarme y hundirme en la
basura.”
Enlazan
los desempleados, los desahuciados, los desaparecidos en los océanos,
con los que se expresan en nuestra misma lengua, con los Olvidados
de Buñuel, con los
Destartalados de Elena
Poniatowska.
Pacheco,
Buñuel o Poniatowska habitan en Antígona, Cálamo,
Portadores de Sueños, librerías-tesoro
de Zaragoza. También, cuando no las cierran, en las Bibliotecas
Públicas. Allí pueden encontrarse Invisibles, de
Juan Diego Botto, voces de Lorca, Paco Urondo o Samba Martine, para
revivirlas mediante el proceso que desembocó en la representación:
Un trozo invisible de este mundo.
Ahora
se encarnarán en el trabajo de estos actores, como espíritus en el
aire, en el lugar mágico donde Botto ya encarnó a Hamlet, el
que averiguó la verdad gracias a un fantasma. Ese lugar es el
Teatro Principal de Zaragoza, donde habitan cotidianamente
héroes y villanos, donde el creador de la obra decide quien forma
parte de la representación y de que modo.
Es
Un lugar en el mundo, que Botto
hace visible a su manera, invitando así, como señala, a no dar la
espalda a los invisibles. De
sus voces surge el Botto autor, que las hace suyas en su propia voz,
dirigido en el escenario por Sergio Peris-Mencheta. Si Godard dijo
que un cine barato es un cine libre, Mencheta sigue ese mismo juego
en el teatro, pidiendo al espectador que sea pensante, que imagine.
Me
encontré con el actor en la madrileña plaza de Ramales, y le
acompañé hasta el portal de su lugar de trabajo. Ahora, me dice,
ya no es el novato de La Celestina. Se
fue haciendo con películas importantes para él, como Martín
(Hache) e Historias
del Kronen. Montxo Armendáriz
lo vio, lo ve así: “lo conocí con 19 años y recuerdo que cuando
su madre, Cristina Rota, me preguntó durante el rodaje de Historias
del Kronen qué tal lo estaba
haciendo, le respondí que no sólo estaba encantado con su
interpretación, sino que con independencia de cómo funcionase la
película, le podía asegurar que Juan tendría un brillante futuro
como actor. Me alegra constatar que no me equivoqué y que, además,
también se ha convertido en un magnífico escritor de teatro. Hemos
trabajado juntos en otros proyectos (Silencio Roto,
Obaba) y siempre será
un actor que estará presente en mis películas si hay un papel
adecuado a su edad. Además, es una persona a la que admiro y valoro
por su integridad y por su compromiso con la realidad, algo que
enriquece todavía más su reconocimiento profesional.”
La
voz telefónica de Botto viene y se va: “La
voz fisica surge de los recursos expresivos; con 19 años estaba sin
hacer. Empecé a encontrarme con 28 o 29 años... ... La
satisfacción plena sólo corresponde a los necios. Decidí
escribir, ser capaz de contar las cosas como a mi me satisfacía."
¿Cómo arranca la escritura? "... En 2004 mi primo vivía
conmigo. No tenía trabajo. Era una manera de convencerlo para que
siguiera en Madrid. A partir de ahí me puse a escribir."
En
2004, también, Botto interpreta el mismo papel que Sacristán en el
cine. Se cruza quizá consigo mismo, no sólo en la ficción.
Sacristán nos lo decía en Zaragoza, hace poco tiempo, en medio de
este suicidio cultural
del que hablaba José Luis Gómez: “Hemos alimentado al monstruo y
ahora nos tiene cogidos por los huevos”. Se lo cuento a Botto, y
me dice que ese monstruo no es invencible, que tiene muchas ganas de
venir a Zaragoza con la obra. Había recibido muchas peticiones a
través de redes sociales. Hay que pelear: lo haremos con su libro o
con la obra encarnada en el Teatro Principal.
(escrito
originalmente para "Artes y Letras" de Heraldo de Aragón
21 Mayo 2015. No publicado.)