Bitácora de Sergio Casado

lunes, 13 de julio de 2015

Pensamientos bajo un roble. Un sueño.

Cerca, muy cerca, el libro de Whitman, que pide permanentemente acercarse a él. Lo abres, y rápidamente surge la lectura buena, sencilla, el hombre limpio de podredumbres. El hombre libre.

"2 de junio. Éste es el cuarto día de una oscura tormenta del nordeste, con viento y lluvia. Anteayer fue mi cumpleaños. Acabo de entrar en mi sexagésimo cumpleaños. Cada día de la tormenta, protegido por chanclos y una manta impermeable, bajo regularmente hasta el estanque y me resguardo junto al tronco del gran roble; desde aquí escribo ahora estas líneas. Las nubes de color humo oscuro corren en furioso silencio a lo largo del cielo; las hojas de suave color verde penden a mi alrededor; el viento mantiene de modo constante su ronca melodía sobre mi cabeza: es el poderoso murmullo de la naturaleza. Sentado aquí, a solas, he estado reflexionando sobre mi vida; relacionando acontecimientos, fechas, como eslabones de una cadena, ni alegre ni tristemente, sino en cierto modo, hoy, bajo el roble, con un insólito espíritu positivista.
Pero mi gran roble..., recio, vital, verde, de cinco pies de espesor en la base... Paso grandes ratos sentado junto a él o bajo el mismo. Y también está cercano el tulipero, el Apolo de los bosques, esbelto y gracioso pero fuerte y que produce la impresión de que, en su vital belleza, podría caminar si se lo propusiera. (El otro día tuve una especie de ensueño en que vi a mis árboles favoritos caminando y paseándose de aquí para allá, de modo muy curioso... Uno me susurraba, inclinándose hacia mí al pasar a mi lado: "Hacemos todo esto, por esta vez, y de modo excepcional, solamente para ti".)"
("Pensamientos bajo un roble. Un sueño.", Walt Whitman)