Bitácora de Sergio Casado

viernes, 27 de septiembre de 2013

Canción del otoño


Me encontré con unos textos de Baroja a propósito de un viaje que hizo a París en 1899, cuando contaba 27 años de edad y ya había perdido a un hermano, la ilusión por su oficio de médico, y había decidido lanzarse de cabeza a la literatura. Ya era un admirador de Paul Verlaine, y a propósito de esto apunté sus palabras: “Recordé aquella poesía de Verlaine: la canción del otoño, tan triste, tan sentida. Quizá se inspirara en este jardín del Luxemburgo en donde el poeta paseaba, arrastrando sus piernas, fumando su pipa mal oliente, haraposo, sucio, repulsivo, con los estigmas de los vicios fijados en su rostro, montón de barro inmundo, en donde por casualidad, había caído una delicada perla”.
De ahí di el salto a un Baroja hastiado, exiliado en París, cuarenta años después. En 1939, un instante después, Baroja volvió a pasear por esos jardines, y de nuevo evocó al poeta admirado, en su poema “Jardín del Luxemburgo”: “Brumas, tristezas, dolores / del otoño parisién / sus mágicos esplendores / en los versos de Verlaine”.
Busqué esos versos y encontré varias traducciones del poema.    Lo dejé así: 

Los sollozos
De violines
Del otoño
Hieren mi corazón
De abatimiento
Monótono.

Apagado y
Tembloroso, cuando
huyen las horas,
Recuerdo
Los días que se han ido,
Y lloro.

Y me voy
Con la borrasca
Que me empuja
Aquí y Allá,
Como si yo fuera
Hojarasca”.

(“Canción de otoño”, Paul Verlaine)

*Retrato de Verlaine por Edmond Amat-Jean.
*Retrato de Baroja por Ricardo Baroja.